martes, 10 de noviembre de 2009

¿Te acordás de los pasos?
Ahora corro.
Cuando pueda desacelerar, bajo. Y escribo.

Buena suerte y hasta luego.

viernes, 7 de agosto de 2009

Abuelo. Estás en una cama de terapia intensiva mientras yo te escribo esto. Desde esta cama sin cables ni olor a hospital.
Hoy me enfrenté con tu despedida. La primera vez que considero una para siempre. He tenido muchas despedidas. Algunas a viva voz. Otras en el más profundo de los silencios. También despedidas casuales, de todos los días, con personas que quizás nunca vuelva a cruzar. Pero jamás tuve tanta conciencia de lo irreversible. ¿Qué se le dice a alguien a quien se le habla por última vez? O que probablemente sea así...
Un minuto. Tuve sólo un minuto con vos. Me mirabas, pacífico. Ya no luchabas. Un cable te entraba por la nariz. Y tantos otros que no veía y que vos no intentabas arrancarte.
Te acaricié el pelo. El mismo gesto, el único que me surge hacer desde que estás así. Así. Me vinieron a la mente todas esas escenas conmovedoras de películas en las que el moribundo dice unas últimas palabras con esa sabiduría que sólo los moribundos tienen. Esas que uno lleva consigo y que aplica como una ley de vida. O sin ir más lejos, me vino a la mente la despedida de la abuela y su madre, en la que le dejó una receta de cocina. Y sí que hizo de la cocina una ley de vida. Hermosa abuela. Y ahora me encontraba yo en esa película. Te miraba. Me mirabas. Te acariciaba el pelo. Pero es que ya me había despedido de vos hacía meses, la última vez que habías estado en una cama de hospital. Me había despedido en silencio. Por algo ese día había ido de negro al hospital. Ahora lo entiendo. Me sentía oscura ese día. Hoy fue un epílogo, abuelo. Fue anunciado. Y lento. Y pesado.
Te dí un beso combatiendo el hedor que te rodeaba, te dije "te quiero mucho" y salí corriendo de la habitación. Eso es todo lo que atiné a hacer. Lloré unos minutos en la escalera. A mamá las lágrimas no le servían de nada. Lloré el epílogo de tu vida, abuelo. Ahora quisiera que podamos cerrar el libro. Descansá, abuelo. Apagáte en paz.

domingo, 19 de julio de 2009

Una foto. Una canción. Transitar esto. No poner la cabeza por delante de los pies. Pisar.
Te hizo acordar. La letra me dijo lo que vos no. Sonreír una madrugada de domingo, no está mal.
Los pies.
Los pies.
Los pies.
Uno, dos, tres.
Subjetiva. Los pies pisan. Panorámica vertical. De a poco se vislum-.
Pero ahora voy a pisar. Buena suerte y hasta luego.

lunes, 25 de mayo de 2009

No me gusta manejaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaar

(snif)

domingo, 26 de abril de 2009

Abandonar. Siempre me costó. Abandonar materias que no llego con el tiempo, chicos que no quiero más, malos hábitos, películas y libros por la mitad. No importa si es algo temporal o a más largo plazo. La sensación de vacío es inevitable. Porque al empezar algo, se vislumbra un futuro. Aprobar, ir a pasar el día afuera, que el relato me transmita algo.
Llenarme.
Ahora resulta que ese lugar que yo pensaba que me iba a dar tanta plenitud.. no me llena. Pero claro, hay días que sí. Hay días que me cago de risa. Que la coreo está bárbara. Que el profe de canto tiene toda la razón. Que la Carrera de Comedia Musical en la Fundación Julio Bocca es más que un nombre y muchas mayúsculas. Entonces claro, cuando no es todo blanco o negro... decidir es la mayor mierda. Bueno, no la mayor. Este año me demostró muchas mierdas peores. Pero es mi mierda del momento. ¿Quién no tiene una mierda del momento? Bueno, esta es la de último momento. Estar todos los días decidiendo qué priorizar, qué hacer, qué dejar, qué estudiar, a quién ver. Me gustaría fluir un rato. Poner el automático. Sentir un toque menos. Siento que crezco un centímetro casi todos los días, pero a costo de un mayúsculo dolor de cabeza. Basta. Ser petiza me sienta bien. Puedo usar tacos altos. Y peinados abultados. Quiero que todo caiga mágicamente en su lugar, reírme, respirar, tener tiempo de ir al baño y tomar un mate que me ofrezcan. Bueno, las últimas dos cosas serían al revés, probablemente.

jueves, 9 de abril de 2009

Ahora me doy cuenta. Fuiste mi Edward. Imposible. Perfecto. De piedra.
Me regodeaba en cada centímetro de tu piel, en cada músculo. Me aferraba a tu torso desnudo como una obstinada garrapata. No me veía en tus ojos; me derretía. Mi boca insaciable buscaba la tuya con la desesperación de quien niega lo perdido. O lo nunca tenido.
Cada despedida era con pánico de que te disolvieras en el éter. Cada vez que te volvía a ver no lo creía, pero me contenía de correr hacia vos, antes de que desaparecieras.
Te metiste en mis sueños. Otra vez. Después de tanto tiempo. ¿Por qué ahora? Me propusiste casamiento. Como Edward. Tu voz era más suave de lo que recordaba. No sé si acepté. Creo que acepté ir más despacio. Un poco de sensatez. Aunque claro, más sensato hubiera sido acordarme de tu “nunca voy a tener novia, ni enamorarme, ni casarme, ni tener hijos”. Pero bueno, era un sueño. Y aparentemente decidí tener memoria selectiva.
De repente estaba W. No, de repente no. Estuvo todo el tiempo. Solo que yo estaba demasiado anonadada con vos para notarlo. Me esperaba. Me encontré dando explicaciones a uno y otro pero ni yo estaba segura de lo que pasaba. De lo que quería.
Cada vez lo veía más lejos, mientras tus ojos pardos se imponían. La sensación de tristeza y pérdida aumentaban. Y es que él se alejaba. Pero vos ibas a desaparecer.

jueves, 2 de abril de 2009


I need the darkness
the sweetness
the sadness
the weakness
ooh I need this.
I need a lullabye
a kiss goodnight
angel, sweet love of my life
ooh I need this
Well, is it dark enough?
Can you see me?
Do you want me?
Can you reach me?
Or I'm leaving...
You better shut your mouth
and hold your breath
you kiss me now
you catch your death
oh I mean this...
"My skin", Natalie Merchant

domingo, 29 de marzo de 2009

Miráme, papá. Acá estoy. Sí. Soy esto. Miráme. Miráme a mí. No a la idea que tenés de lo que quisieras que fuera, proyectando sobre mi cuerpo como si fuera tu libro de colorear. Sí, ya sé, exagero. Pero eso es lo que pasa cuando se dicen las cosas en caliente, y así estoy. En caliente. Por eso te escribo a puertas cerradas en vez de gritarte en la cocina. Soy esto, papá. Vos le sumás permanentemente un “debo”, “podría”. A veces pareciera que siempre me faltara un millón para el peso. Un millón, tres millones, medio centavo. Media hora más de gimnasio. El historial de noticias relacionadas con la que de hecho sí conozco. Cinco kilos menos. Dos materias más por cuatrimestre. Menos chicos y más novio. No buscar; conseguir. No fantasear; trabajar. No perder el tiempo respirando; producir. Te amo por siempre querer que dé más y por pensar que puedo hacerlo, por nunca conformarte. Pero también te odio por eso.
Miráme, papá. Estoy. Soy. Am. Me gustan los programas culturales de Encuentro y Canal A, pero me desvivo por las series de Warner Channel y Sony. Me reprocho mi falta de información sobre el mundo, pero casi nunca leo más que los titulares y copetes. No siempre la facultad está primero. Que deba no significa que sea lo mejor para mi. Ni que quiera. Ni que lo haga. Que vos no aflojes nunca no implica que yo viva tensando cuerdas. Sí, papá. Yo aflojo. Yo a veces me estanco. Y voy para atrás. Y no siempre compenso, resuelvo, remiendo. Estoy un poco rota, ¿sabés? Claro que no. Me empujo más que nadie, no tenés idea de lo que es mi cabeza. Pero vos querés resultados. ¡No siempre hay resultados, papá! A veces hay autorreproches, cabezas contra la pared. Pero puertas adentro. Total siempre estás afuera. Sólo conocés el resultado de mis días. Y aunque estuvieras, a veces el proceso es silencioso.
Padre. Excelente, impecable alumno. Estudiaba, trabajaba, era atento esposo y padre y salvaba al mundo antes de cenar.
Bueno padre, yo soy hija. Estudiante promedio. Duda si rendir un final en la primera fecha de una docena que posee. Debedebedebe. Quizás ahora necesita OTRA cosa. ¿No se te ocurrió? Pero cómo se te va a ocurrir. Para vos no existe dejar para más adelante. No existen segundas fechas.
Mujer intensa y peculiar. Sale con dos chicos y aún busca el amor en cada esquina. Tira los papeles a la basura y los chicles al piso. Se avergüenza de su ignorancia pero no siempre hace algo al respecto. Conoce de memoria las reacciones paternas, pero por ilusa sigue probando a la espera de una sorpresa.

sábado, 28 de marzo de 2009

Bella

Respiro. Agitada. Respiraciones agitadas entrecortadas. Respiro ojos de almendra y un vacío negro incalculable, insondable. Inspiro me enamoro. Exhalo tiemblo. Tan cerca. Tan cerca. No te muevas. ¿Cómo no hacerlo? Sus ojos. Sus labios. Mi respiración. Él frío me besa con pasión. Me muerdo los labios me muevo me muerdo. Quiero respirar ahogarme morirme. Con vos con vos con vos. Precipitarme. Precipicio. Sí. Lo deseo. Te deseo. Te amo. Matáme. Vivamos.

miércoles, 25 de marzo de 2009

En sólo unos segundos.

Te veo desenfocado.
La imagen más preciosa tuya.
Por linda.
Por preciada.
Comiéndote una manzana
de perfil
encorvado
en cuero.
Hoy
te vi…
En tu elemento.
Me di cuenta de que en cinco meses y medio
nunca te había visto en tu elemento.
Prometiste llevarme a un ensayo.
Pero nunca.
¿No se dio?
¿No quise?
¿No me interesó(aste) lo suficiente?
¿¿Por qué no pude amarte??


Hoy te vi.
Distinto.
Tres años distinto.
Uno (¿o más?) novias distinto.
Meses de gimnasio distinto.
Un (seguro muchos) cortes de pelo distinto.
Y quién sabe cuántas cosas más distinto.
Yo no.
Perdí el derecho a saberlo.
Sin embargo
(probablemente sin que vos supieras)
hoy conecté.
Vos tocabas.
Yo al ritmo de tu tambor.
Creo que por una vez te amé.


Martín Senderowicz.
Después de darte a leer esto, de poco sirve el anonimato.
Acá lo tenés. Acá me tenés.

viernes, 13 de marzo de 2009

Flor de Lis


Yavi

Quisiera siempre tener una montaña.

Conexión


Iruya

jueves, 26 de febrero de 2009

La Falda
Mi papá hacía el fuego.
Yo... le robé un carbón.

San Antonio de los Cobres

Piel blanca piel no.
Golpeada, acaricia. Con los dedos, con la mirada.
Ema.
Un nombre.
San Antonio de los Cobres.
Un no lugar.
Viven protegiéndose de un sol inclemente.
Para ellos, maldito sol.
Sol que quema más. No pueden desnudarse en medio de una plaza.
Llevan el sol en el pelo grueso y oscuro, en los ojos gruesos y oscuros, en la piel gruesa y oscura.
Gruesos y oscuros.
- Hola.
- ¿Compra?
- No, gracias.
Desconexión otra vez.
Desconexión terrenal. Arena, sol, tierra.
Tanta tierra.
Grano a grano.
Algunos
brillan.
Que brillen. ¡Que brillen!
Como la campana. Todos la sostienen, amagan, sacan foto. Y luego nada.
Que suene. ¡Que suene!
Sonados.
Soleados.
Des soleados.
Pedacitos en.
Ruinas de.
Qué ganas de llorar en los huesos.

Un día. Maimará.


martes, 27 de enero de 2009

Volví en fuga.