domingo, 29 de marzo de 2009

Miráme, papá. Acá estoy. Sí. Soy esto. Miráme. Miráme a mí. No a la idea que tenés de lo que quisieras que fuera, proyectando sobre mi cuerpo como si fuera tu libro de colorear. Sí, ya sé, exagero. Pero eso es lo que pasa cuando se dicen las cosas en caliente, y así estoy. En caliente. Por eso te escribo a puertas cerradas en vez de gritarte en la cocina. Soy esto, papá. Vos le sumás permanentemente un “debo”, “podría”. A veces pareciera que siempre me faltara un millón para el peso. Un millón, tres millones, medio centavo. Media hora más de gimnasio. El historial de noticias relacionadas con la que de hecho sí conozco. Cinco kilos menos. Dos materias más por cuatrimestre. Menos chicos y más novio. No buscar; conseguir. No fantasear; trabajar. No perder el tiempo respirando; producir. Te amo por siempre querer que dé más y por pensar que puedo hacerlo, por nunca conformarte. Pero también te odio por eso.
Miráme, papá. Estoy. Soy. Am. Me gustan los programas culturales de Encuentro y Canal A, pero me desvivo por las series de Warner Channel y Sony. Me reprocho mi falta de información sobre el mundo, pero casi nunca leo más que los titulares y copetes. No siempre la facultad está primero. Que deba no significa que sea lo mejor para mi. Ni que quiera. Ni que lo haga. Que vos no aflojes nunca no implica que yo viva tensando cuerdas. Sí, papá. Yo aflojo. Yo a veces me estanco. Y voy para atrás. Y no siempre compenso, resuelvo, remiendo. Estoy un poco rota, ¿sabés? Claro que no. Me empujo más que nadie, no tenés idea de lo que es mi cabeza. Pero vos querés resultados. ¡No siempre hay resultados, papá! A veces hay autorreproches, cabezas contra la pared. Pero puertas adentro. Total siempre estás afuera. Sólo conocés el resultado de mis días. Y aunque estuvieras, a veces el proceso es silencioso.
Padre. Excelente, impecable alumno. Estudiaba, trabajaba, era atento esposo y padre y salvaba al mundo antes de cenar.
Bueno padre, yo soy hija. Estudiante promedio. Duda si rendir un final en la primera fecha de una docena que posee. Debedebedebe. Quizás ahora necesita OTRA cosa. ¿No se te ocurrió? Pero cómo se te va a ocurrir. Para vos no existe dejar para más adelante. No existen segundas fechas.
Mujer intensa y peculiar. Sale con dos chicos y aún busca el amor en cada esquina. Tira los papeles a la basura y los chicles al piso. Se avergüenza de su ignorancia pero no siempre hace algo al respecto. Conoce de memoria las reacciones paternas, pero por ilusa sigue probando a la espera de una sorpresa.

1 comentario:

M dijo...

Oh sí, expresate.
Me llegan tus palabras, y bien lo sabés.

Al margen, el post de Bella me dio escalofríos. Pero de los buenos, obvio.

Te quiero!