martes, 5 de enero de 2010


Hoy te soñé como te recordaba.
Como te recordaba cuando te recordaba bien.
Como te recordaba cuando te quería bien.
Cuando te quería-.
Cuando todavía tenías ese brillo en tus ojos de camello, que tanto me llamaron la atención antes de hablarte.
Cuando tu barba tenía el largo que vos elegías y no el que dictaba la dejadez.
Cuando sonreías de verdad, sin dejo de tristeza o lástima (¿de vos? ¿de mí por seguirlo intentando con vos?).
No sé qué sentía. O mejor dicho sí, lo sé, pero no todo puede ponerse en el papel. Corro el riesgo de simplificarme.
El sueño seguía, te ibas un poco de cuadro. Pero en este texto el encuadre está en vos, así que no importan los sucesos posteriores.
Te soñé como te recordaba en mi primera impresión tuya. En la primera impresión que dejaste en mi retina. Ahora tengo otras. Lo increíble es que son tan distintas que puedo identificar personas diferentes. Con apariencias diferentes, aspiraciones diferentes, formas de mirarme diferentes, formas de besarme diferentes.
Luz diferente.
El último recuerdo, la última persona que eras cuando te ví, emitía una luz mortecina, tan insuficiente que necesitabas la mía para no caer. El problema es que me consumías, pero no me alimentabas. Tuve que dejarte, para no apagarme yo también.

3 comentarios:

Hakèldamá dijo...

Pasé de casualidad y la verdad me encantó lo que leí!

Slds!

Hakél

Bruno dijo...

¡Un poco crudo! Así debería ser la poesía.
¡Te encontré por el hostelito El gato, jaja!
Te paso por si querés: www.elcentrosinsuburbios.blogspot.com

Que estés bien.

anaMaria dijo...

este texto es hermoso!