domingo, 26 de abril de 2009

Abandonar. Siempre me costó. Abandonar materias que no llego con el tiempo, chicos que no quiero más, malos hábitos, películas y libros por la mitad. No importa si es algo temporal o a más largo plazo. La sensación de vacío es inevitable. Porque al empezar algo, se vislumbra un futuro. Aprobar, ir a pasar el día afuera, que el relato me transmita algo.
Llenarme.
Ahora resulta que ese lugar que yo pensaba que me iba a dar tanta plenitud.. no me llena. Pero claro, hay días que sí. Hay días que me cago de risa. Que la coreo está bárbara. Que el profe de canto tiene toda la razón. Que la Carrera de Comedia Musical en la Fundación Julio Bocca es más que un nombre y muchas mayúsculas. Entonces claro, cuando no es todo blanco o negro... decidir es la mayor mierda. Bueno, no la mayor. Este año me demostró muchas mierdas peores. Pero es mi mierda del momento. ¿Quién no tiene una mierda del momento? Bueno, esta es la de último momento. Estar todos los días decidiendo qué priorizar, qué hacer, qué dejar, qué estudiar, a quién ver. Me gustaría fluir un rato. Poner el automático. Sentir un toque menos. Siento que crezco un centímetro casi todos los días, pero a costo de un mayúsculo dolor de cabeza. Basta. Ser petiza me sienta bien. Puedo usar tacos altos. Y peinados abultados. Quiero que todo caiga mágicamente en su lugar, reírme, respirar, tener tiempo de ir al baño y tomar un mate que me ofrezcan. Bueno, las últimas dos cosas serían al revés, probablemente.

jueves, 9 de abril de 2009

Ahora me doy cuenta. Fuiste mi Edward. Imposible. Perfecto. De piedra.
Me regodeaba en cada centímetro de tu piel, en cada músculo. Me aferraba a tu torso desnudo como una obstinada garrapata. No me veía en tus ojos; me derretía. Mi boca insaciable buscaba la tuya con la desesperación de quien niega lo perdido. O lo nunca tenido.
Cada despedida era con pánico de que te disolvieras en el éter. Cada vez que te volvía a ver no lo creía, pero me contenía de correr hacia vos, antes de que desaparecieras.
Te metiste en mis sueños. Otra vez. Después de tanto tiempo. ¿Por qué ahora? Me propusiste casamiento. Como Edward. Tu voz era más suave de lo que recordaba. No sé si acepté. Creo que acepté ir más despacio. Un poco de sensatez. Aunque claro, más sensato hubiera sido acordarme de tu “nunca voy a tener novia, ni enamorarme, ni casarme, ni tener hijos”. Pero bueno, era un sueño. Y aparentemente decidí tener memoria selectiva.
De repente estaba W. No, de repente no. Estuvo todo el tiempo. Solo que yo estaba demasiado anonadada con vos para notarlo. Me esperaba. Me encontré dando explicaciones a uno y otro pero ni yo estaba segura de lo que pasaba. De lo que quería.
Cada vez lo veía más lejos, mientras tus ojos pardos se imponían. La sensación de tristeza y pérdida aumentaban. Y es que él se alejaba. Pero vos ibas a desaparecer.

jueves, 2 de abril de 2009


I need the darkness
the sweetness
the sadness
the weakness
ooh I need this.
I need a lullabye
a kiss goodnight
angel, sweet love of my life
ooh I need this
Well, is it dark enough?
Can you see me?
Do you want me?
Can you reach me?
Or I'm leaving...
You better shut your mouth
and hold your breath
you kiss me now
you catch your death
oh I mean this...
"My skin", Natalie Merchant