miércoles, 24 de octubre de 2007

¡Basta de canasta!

Siempre sacando el jugo.
Siempre estrujando.
Siempre experimentando hasta lo último
tratando de no desperdiciar nada.
¿Por qué?
¿Por qué así?
¿Por qué siempre ese miedo?
¿Esa necesidad?
Miedo a que nos saquen
lo que nosotros creemos
es lo poco que tenemos.
¿Y si hay más?
¿Y si eso es sólo la capa inicial?
Y nosotros corriendo
no nos vayan a robar nuestras capas
nuestra cobertura.
Sacándole el provecho hasta el fondo
a lo nuestro
y a lo que podemos conseguir de los demás.
Si no tuviera nada
tendría todo lo demás.
Si no tuviera nada
sería feliz.
*
*
*
*
¿Si no tuviera nada sería feliz? ¿A quién quiero engañar? Es solo un fin de poema apropiado, que suena bien, que deja pensando. “Pero qué bien, ella no necesita nada para ser feliz, pero qué espiritual”. No, no, no. “Pero qué hipocresía” sería no lo apropiado, sino lo que tengo que decir ahora. ¿Si no tuviera nada sería feliz? Claro, si no tuviera nada, aparte de mi cama, mi techo, mi comida y mi tele, por nombrar lo más básico.
Y después sí. Después puedo espiritualizar tranquila, porque sé que lo que tengo no se va a ir de ahí. Porque aunque no quiera, una parte de mi ya es burguesa y no creo que deje de serlo.Lo único que puedo decir, sin quedarme con los remordimientos que decir algo que no siento me provocan, es que más allá de mis comodidades básicas, trato de no querer siempre ese más y más que el consumismo capitalista provoca. Trato de mantenerme en lo relativamente simple, y en contacto con el verdadero mundo. Y en este aspecto, sí puedo decir, con la conciencia tranquila, que puedo de vez en cuando desacelerar el paso en la carrera diaria y quedarme escuchando el ruido de mis zapatos contra el suelo, o mirar el cielo hasta que me duela la nuca y sentir vértigo. Y si no es felicidad, por lo menos puedo decir que sonrío.

No hay comentarios: