martes, 5 de enero de 2010


Hoy te soñé como te recordaba.
Como te recordaba cuando te recordaba bien.
Como te recordaba cuando te quería bien.
Cuando te quería-.
Cuando todavía tenías ese brillo en tus ojos de camello, que tanto me llamaron la atención antes de hablarte.
Cuando tu barba tenía el largo que vos elegías y no el que dictaba la dejadez.
Cuando sonreías de verdad, sin dejo de tristeza o lástima (¿de vos? ¿de mí por seguirlo intentando con vos?).
No sé qué sentía. O mejor dicho sí, lo sé, pero no todo puede ponerse en el papel. Corro el riesgo de simplificarme.
El sueño seguía, te ibas un poco de cuadro. Pero en este texto el encuadre está en vos, así que no importan los sucesos posteriores.
Te soñé como te recordaba en mi primera impresión tuya. En la primera impresión que dejaste en mi retina. Ahora tengo otras. Lo increíble es que son tan distintas que puedo identificar personas diferentes. Con apariencias diferentes, aspiraciones diferentes, formas de mirarme diferentes, formas de besarme diferentes.
Luz diferente.
El último recuerdo, la última persona que eras cuando te ví, emitía una luz mortecina, tan insuficiente que necesitabas la mía para no caer. El problema es que me consumías, pero no me alimentabas. Tuve que dejarte, para no apagarme yo también.

domingo, 3 de enero de 2010

Ah, sí, bienvenido 2010. Suena raro. "Enero del... diez". En fin. Acostumbrarse habrá que.

Escuchaste, ¿no? BIENVENIDO. Así que más te vale que vengas bien.

Ensayo. Tema del día: el subte.

En el subte viajamos enfrentados. Dos líneas. Y sin embargo es raro, inusual el contacto visual con alguien, ni siquiera con alguien que se tiene enfrente, que sería el recorrido lógico de la mirada al estar uno sentado frente a otro.
Miro sus manos, sus pies, su maletín, mochila, cartera, su celular. Como mucho, me atrevo a mirar a quien duerme o está lejos o no me mira. Sólo me animo a mirar a alguien cuando varios más lo hacen, lo que significa que es un “permitido mirar”, por ser vendedor, loco o simplemente extraño. Leo el diario o libro del vecino ocupante de asiento, pero no leo sus ojos.
A veces, me aventuro al reflejo en la ventana.

No lloro por vos. Mejor dicho, no lloro por mí. Lloro por vos. Lloro de la impotencia que debés sentir por no poder sentir. Lloro de lo adormilado, de lo anestesiado que debés estar. Lloro las lágrimas que quizás nunca te salgan. Total, a mí me salen fácil y tengo para repartir.

Lloro del amor que no sentís. Lloro por no haber logrado que sientas. Lloro por lo que tendría que pasarme para que reacciones. Lloro por vos ahora porque probablemente se me acabe el llanto y me empiece el amor antes de que te des cuenta de que me dejaste ojos de vidrio.

Leeré

¿Cómo retomarte?
¿Cómo tomarte
otra vez?
¿Cómo volver a poseerte?
Nadar con mis musas
bien terrenales
que se enraízan en mis piernas.
Una enredadera de letras
que se aferra a mi piel
y no me deja mover
hasta hacerla tatuaje en papel.
Cada vez que tatúo el papel
me marco un poco.
Impresiones invisibles
en manos, panza, ojos, rodillas, cuello, labios, planta de los pies.
Lenta, indefectible, incontrolable metamorfosis.
Como Gregorio
me acepto.
Cambio natural.
Destinado a ser.
A seguir aconteciendo.
Dolorosa
sabrosa transformación
cuerpo en impresiones.
Y si llego a dejar
me
tarde o temprano
vuelvo a poseer
me
retomar
me
porque un tigre nunca cambia sus manchas
y yo siempre vuelvo a mi piel.

A x días -. Por si dejo de escribir-.

Julieta Bergunker
A ver. Qué. Qué hago. Qué escribo. Qué quiero. Quiero. Tengo. Deseo. Debo. Tantas palabras. Qué ganas de marearme y que se revuelvan y ya no saber qué es cual ni cuál es cómo.
Releo estas palabras porque ya se me revolvieron un poco.
¿Qué será?
Que sea lo que sea.
Uno conserva lo que no amarra.
Y no le pongo las comillas porque no se me cantan. Este blog es por decreto de su dueña derechos de autor - free.
Uno conserva lo que no amarra.
Y la verdad es que conservo tantas pelotudeces… tendría que amarrarlas, a ver si me las saco de encima de una vez.
Tengo sueño.
Mañana tal vez.
Salga algo digno de un papel inesperado.