sábado, 10 de noviembre de 2007

Juego



Rosas mordidas.
Tallos, hojas
frescos, dulces
entrelazados.
Atrayéndose.
Repeliéndose.
Demasiada carga para abolir la ambigüedad.
Demasiado aliento para que quepa el afuera.
Demasiada pupila para que importe nada más.
Las puntas buscan
sinuosas y atrevidas.
Los tacos en el aire
reafirmándose en la cerámica
sólo lo suficiente.
Las piernas
furioso torbellino de poesía.
Las caderas
precipicio de sensaciones
retenidas sólo por la cadencia.
Los pechos
peligroso sostén
atrevimiento ante la suficiencia de la mirada.
Y las manos.
Manosmanosmanos.
Manos en alto
manos que rozan
manos que juegan
sedozas
con rosas.
Y ellas felices
mordidas
se entregan
al dos
y su perfecta
irracional simetría
encontrándose
en el medio del tablero
al que le patearon las fichas
aún antes de empezar.

viernes, 9 de noviembre de 2007


Matilda ¡congela!
Congela, congélanos a todos en este presente interno y eterno que me atrapó al entrar al teatro.
Congela, para que nunca se me despeguen Tika y sus espejos, ni vos con tus colores. Para que siempre haya un Pedro Troncozo, y ni mencionar una Malicia que nos haga tropezar en cada piedra. Para tener a Amanda todo el tiempo a mi lado y esconderme tras Uriel y sus alas que añoran la Tierra cuando Ansia o Clotilde aparezcan a la vuelta de la esquina.
Congela como a Ficticia en el altar, pero que nuestra eternidad no tome olor ni se convierta en un vestido raído.
Para que Roxana nunca le robe su inocencia a María ni su retrato a Juana.
Para que Roberta se rasque su cachucha sin pruritos y Trinidad devuelva la bofetada.
Para que Guillermo siga siempre tan enamorado del amor como Encarnación fóbica de las agujas y Lucy de la sangre en sus uñas.
Para que Menina agonice eternamente por el hombre que clama a Mesalina como suya, y que Blanca Ingracia siga amando la pasta flora, y que Clarisa perdida en sus tangos nunca se encuentre.